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Intolerancia Alimentaria: qué es y cómo encontrar tratamiento

La intolerancia alimentaria es una reacción adversa del organismo causada por mecanismos no inmunológicos, a una sustancia tóxica, química, metabólica o química que contenga un alimento o a una sustancia química agregada en su preparación.

Cuando la ingesta de un alimento determinado produce síntomas  desagradables, esa persona se dice que no tolera ese alimento o aditivo. Los síntomas se producen tanto por disminuido pasaje de los nutrientes desde la absorción al torrente sanguíneo o en forma menos frecuente, por la liberación de substancias químicas dentro del organismo como resultado de su contacto con el alimento o aditivo en cuestión.

La mayoría de las personas pueden comer una gran variedad de alimentos sin problemas. No obstante, en un porcentaje de la población hay determinados alimentos o componentes de alimentos que pueden provocar reacciones adversas, que pueden ser desde pequeñas erupciones hasta reacciones alérgicas graves.

La intolerancia alimentaria, se debe a la formación de anticuerpos frente a determinados alimentos, pero no del tipo IgE (que desencadenaría un proceso alérgico), sino en una primera etapa del tipo IgA y tras múltiples estímulos a la formación de IgG.

Algunos alimentos pueden responder de una forma anormal, que en determinados casos pueden desencadenar trastornos digestivos y en otros, sus manifestaciones pueden ser insidiosas y difíciles de relacionar con el alimento, precisamente por ser patologías moderadas y de tipo crónico.

 Una intolerancia a los alimentos es una reacción mucho menos severa, y por lo tanto más frecuente. Llega a afectar hasta a un 45% de la población y está relacionada a enfermedades crónicas.

A veces el organismo reacciona contra un alimento, atacándolo como si fuera una infección y causando problemas de piel, estómago e intestinos. En cambio, cuando no se tolera una comida, aparecen fatiga crónica, migrañas, retención de líquidos, digestiones pesadas u obesidad.

Las reacciones de intolerancia alimentaria, se asemejan a las reacciones alérgicas ocasionadas por alimentos o aditivos, pero en su mecanismo no interviene el sistema inmunológico.

La carencia o la deficiencia de enzimas responsables de la digestión alimentaria pueden causar muchas clases de intolerancia alimentaria. Por ejemplo, una deficiencia de lactosa, la enzima responsable de la digestión de la leche, causa intolerancia a la leche.

Frecuentemente, cuando un alimento no es digerido apropiadamente, la causa es que los hidratos de carbono que contiene no pueden ser absorbidos por el intestino, hay una intolerancia. Quedan retenidos en él y se convierten en un festín para las bacterias. Los gases producidos por el metabolismo de aquéllas son los causantes del malestar intestinal y de la molesta diarrea.

 ¿A que se debe ese fallo en la tolerancia?

A un fallo del sistema inmunológico y es transitorio. Algunas veces se nace con él (es más frecuente en prematuros, en el  síndrome de Down, etc) y otras veces aparece desencadenado por una gastroenteritis, una enfermedad digestiva (enfermedad celiaca), cirugía sobre el aparato digestivo, etc.

Las intolerancias alimentarias más comunes, por orden de frecuencia, son las siguientes: leche, huevos, nueces, pescado/marisco, trigo/harina, chocolate, colorantes artificiales, cerdo/bacon, pollo, tomate, fruta blanda, queso y levadura.

 Para prevenir las intolerancias alimentarias una vez que se ha realizado un examen completo con Pronutri para identificar de forma precisa los alimentos o componentes causantes, la única forma de prevenir las reacciones alimentarias en las personas sensibles es eliminar dicho alimento o componente de la dieta o del entorno.

  

Intolerancia alimentaria y obesidad

En personas obesas que no responden a los tratamientos habituales de adelgazamiento, se experimentan pérdidas de peso al eliminar de la dieta los alimentos frente a los que se presentaba una sensibilidad alta. La explicación a esta relación, puede expresarse por el proceso que exponemos a continuación.

Los anticuerpos frente a las proteínas de determinados alimentos, que hayan creado una intolerancia, se unirán a los antígenos específicos después de la ingesta del mismo, formándose inmunocomplejos que pueden formar redes de los llamados «inmunocomplejos circulantes».

Si la ingesta del alimento, al que se ha desarrollado una intolerancia, es frecuente, se provoca la activación de otros elementos del sistema inmunitario, provocando una inflamación tisular local.

Este proceso de retención hídrica, debido a la intolerancia alimentaria, puede originar un aumento de peso, que no responde a dietas hipocalóricas, agravado porque en muchos casos, las mismas van asociadas a un aumento de la ingesta de agua, lo que empeora la situación de retención de líquidos, desencadenada por la intolerancia alimentaria, en el caso de que el o los alimentos que la provocan, no hayan sido excluidos de la dieta.

Esta es la razón por la que el Test de Intolerancia Alimentaria realizado con Pronutri está muy indicado como screening a incluir en las exploraciones clínicas habituales, previas a la instauración de una dieta encaminada a tratar la obesidad.

 

Alergia e intolerancia alimentaria

La alergia a alimentos consiste en síntomas reproducibles que ocurren tras la ingestión de un alimento específico y en la que puede demostrarse una base inmunitaria (anticuerpos IgE frente al alimento). La intolerancia al  alimento implica reacciones gastrointestinales en las que el mecanismo no es inmunitario o se desconoce.

La intolerancia a la leche está causada a veces por un déficit intestinal de disacaridasas y se expresa mediante síntomas GI. En otros pacientes, la leche causa síntomas GI e incluso respiratorios por razones desconocidas.

Tratamiento de la intolerancia alimentaria

El único tratamiento es eliminar el alimento o alimentos causales a través del estudio de la  intolerancia.  Para conseguir una salud óptima es vital conocer las necesidades individuales del organismo.

Evitar dar (y a uno mismo) las mismas sustancias a diario. Este es un método para determinar cuál es el ingrediente responsable de los síntomas, y es la forma de dar reposo al sistema inmunitario. Al contrario que las alergias, la intolerancia alimentaria no requiere eliminarlo para el resto de su vida, es momentáneo y transitorio.

Normalmente, tras pocos meses o un año a lo sumo, puede ser reintroducido a intervalos más frecuentes.

Equipo de Nutrición y Medicina

Clínica Magnasalud.

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